Copenhague es la capital de Dinamarca y es la ciudad más poblada de este país, cuenta con algo más de medio millón de habitantes.

De las cosas que más me llamaron la atención en mi escapada a Copenhague fue la alta calidad de vida con la que cuentan sus habitantes. La ciudad está muy cuidada y es una autentica preciosidad, el diseño que se puede apreciar es un espectáculo, y no existe casi delincuencia en sus calles. Eso sí para conseguir que todo este así sus ciudadanos pagan una gran cantidad de impuestos, los sueldos son muy altos pero se ven muy reducidos por la gran cantidad de impuestos que pagan.

Culturalmente la ciudad es increíble, el teatro real este ha sido el escenario nacional de teatro, arte dramático, ópera y ballet.  Todos los meses de julio puedes encontrarte con el festival de jazz, desde ya hace varios años Copenhague es un importante escenario de jazz. El museo nacional también merece mucho la pena visitarlo alberga colecciones de gran valor histórico sobre la cultura danesa y otras culturas, puedes encontrarte colecciones de momias egipcias, parte del friso del partenón… también en la ciudad puedes encontrarte museos especializados como el museo del Obrero, el Museo de la Ciudad de Copenhague, el Museo de la Resistencia.

Algo que me dejo totalmente impactado fue una política oficial que tienen en Copenhague que establece que para el año 2015 cada ciudadano pueda alcanzar una zona verde o una playa a no menos de 15 minutos andando.  Los mayores parques son los de Valbyparken y Fælledparken y la mayor playa  es la de Amager Strandpark.

Los habitantes de esta ciudad son muy deportistas y algo muy curioso es que contando una gran cantidad de transporte público y teniendo el mejor metro del mundo además de autovías sin peajes sus habitantes prefieren moverse en bicicleta, si te das un paseo por la ciudad podrás ver cientos de bicicletas.

Cuando llegue a Copenhague lo primero que hice fue darme un paseo en barco por los canales de Nyhavn, un recorrido que me encanto y me llamo poderosamente la atención lo bajito que era el barco y era para poder pasar por debajo de todos los puentes, había algunos lugares en los que el barco pasaba solo por milímetros tanto por los lados como por arriba, cuando te das el paseo te insisten mucho en que tengas cuidado no estés mirando algo y te quedes decapitado.  Esta es una forma muy curiosa de conocer la ciudad, si visitas este lugar no puedes dejar de hacerlo.

También visite el palacio de Amalienborg, residencia de la familia real. Aquí podías ver a los guardias en sus garitas con sus gorros súper curiosos y divertidos, todo el mundo se hace fotos con ellos, yo no dejaba de pensar estos tíos tienen que estar un poco cansados de tanto turista haciéndose fotos con ellos, yo por supuesto me hice una por no dejar de ser un frique mas.  Si la bandera del palacio esta alzada quiere decir que la persona que reside en él se encuentra en Copenhague, son cuatro edificios y en cada uno reside un miembro de la familia real, la verdad es que esta zona me encanto aunque sufrimos un gran atasco al salir de ella. Desde esta zona pude divisar también el edificio de la moderna opera que estaba como en el mar y era increíble, un famoso empresario se lo regalo a la ciudad, vamos según me contaron el empresario más famoso de toda Dinamarca.

Luego también me di una vuelta por el Tivoli por ser uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo, aquí me comí una hamburguesa que no me sentó del todo bien.

Otro lugar del que habla todo el mundo y te dicen que no puedes dejar de visitar en la escapada a Copenhague es la sirenita, a mí personalmente me pareció un coñazo todo el mundo haciéndose fotos con la sirenita, fui vi el panorama y me volví a ir por donde había venido, no me gusto nada de nada.

Algo que me encanto de la ciudad fue la cantidad de casas de diferente colores que rodeaban el canal, era una autentica maravilla verlo.

En definitiva hacer una escapada a Copenhague compensa y merece mucho la pena.